Bajo el liderazgo del dictador Francisco Franco, España se embarcó en una búsqueda ambiciosa pero secreta: el Proyecto Islero. Nacido tras la independencia de Marruecos en 1956, este proyecto tenía como objetivo dotar a España de un arsenal nuclear que le permitiera frustrar las ambiciones marroquíes.
La emancipación de Marruecos y la consiguiente guerra de Ifni sirvieron como catalizadores de este controvertido proyecto. Franco, temiendo por la integridad territorial española, en particular Ceuta, Melilla, las Islas Canarias y el Sahara, vio las armas nucleares como un medio de disuasión y para fortalecer la posición geopolítica del país.
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Si Francia no se oponía directamente a la idea de un programa nuclear europeo, Estados Unidos, en cambio, se mostraba ferozmente hostil hacia él. Sus presiones, además de las limitaciones económicas y los acontecimientos políticos internos, finalmente sacaron lo mejor del Proyecto Islero.
La muerte de Franco en 1975 y el advenimiento de la democracia significaron la sentencia de muerte para el proyecto. Aunque Adolfo Suárez, el primer presidente de la transición democrática, se planteó reavivarla, la adhesión de España a la Comunidad Económica Europea en 1986 enterró definitivamente la idea de una bomba atómica española.