El 19 de enero de cada año coincide con la conmemoración, en Marruecos, de los disturbios de 1984 cuando miles de marroquíes protestaron contra el aumento de los precios de los alimentos y el alto coste de la vida. Los habitantes de Alhucemas, Tetuán, Ksar El Kébir y Marrakech saldrán a las calles en el marco de una “revuelta del pan y de la dignidad”.
Una situación económica desfavorable
La situación general en Marruecos estaba marcada a principios de los años 1980 por una elevada tasa de desempleo y la incapacidad del Estado para crear nuevos puestos de trabajo. Esta situación se ha visto agravada por la caída de los precios de los fosfatos en los mercados mundiales.
Para cubrir el déficit, el gobierno marroquí recurrió a préstamos de instituciones financieras internacionales. Estas condiciones económicas desfavorables también llevaron a Marruecos a implementar un programa de ajuste estructural, impuesto por el Fondo Monetario Internacional (FMI). Una estrategia que resultó en una inflación galopante y la imposición de costos adicionales en el sector educativo.
Esta situación coincidió sobre todo con un estado de agitación política caracterizado por restricciones a la libertad política, sindical y estudiantil. Las detenciones arbitrarias se intensificaron entre las filas de la oposición, lo que contribuyó a la exasperación de la población en muchas ciudades.
Despacho de la AFP sobre los disturbios.
Una protesta iniciada por estudiantes.
Las manifestaciones estudiantiles marcaron el inicio de estos hechos. Así, el 17 de enero de 1984, los estudiantes de Alhucemas y Nador salieron a las calles para protestar contra la decisión de aumentar las tasas de matrícula. Las protestas y boicot a clases continuarán al día siguiente.
El 19 de enero, las autoridades marroquíes, limitadas a un papel de observador, finalmente perdieron la paciencia. La policía, incluidas todas las fuerzas de seguridad, intervino para poner fin al movimiento de protesta. Pero la represión de las manifestaciones estudiantiles contribuirá a su expansión. Otros grupos de trabajadores y desempleados vinieron a apoyar a los estudiantes y las manifestaciones adquirieron escala nacional.
Las autoridades marroquíes, conscientes de la gravedad de la situación, pasaron entonces a la ofensiva. Se da la orden al ejército marroquí de poner fin a los disturbios. El uso de munición real para dispersar a los manifestantes provocó la muerte de decenas de marroquíes y centenares de heridos.
Pero a pesar de la sangrienta represión de las manifestaciones, el movimiento de protesta se extenderá a Tetuán y Ksar El Kébir, mientras que en Marrakech estudiantes de diferentes centros saldrán a la calle.
#RIF_Territoire_Militaire
Algunos recortes y titulares de periódicos sobre la feroz represión del movimiento social sobre el poder adquisitivo desde enero de 1984 hasta #Rif y en #Marruecos.@AINorthAfrica @MaxGallien @MCVergiat @alilmrabet @NAfricanStudies @cdtnarchipiela1 @altamiranoMLG @Extra pic.twitter.com/GFs9Uz1FXI— ¿Tweets de Arif? ️ (@Arrif_Tweets) 18 de enero de 2019
La represión también difiere de una ciudad a otra. Así, en un testimonio titulado “Cómo viví los acontecimientos de 1984”, publicado en enero de 2013, el activista de derechos humanos Said Amrani informó que las ciudades de Nador y Tetuán vivieron los enfrentamientos más violentos. «El régimen utilizó tanques, helicópteros y munición real, según varios testigos», afirma.
Diferentes versiones del costo humano
Sólo después de aproximadamente una semana el gobierno de Lamrani III rompió el silencio. El Primer Ministro, Mohamed Karim Lamrani, declaró a continuación que el número de personas muertas en estos trágicos acontecimientos ascendía a 29 personas, a las que hay que sumar los 114 heridos. Cifras cuestionadas por defensores de los derechos humanos que sugieren un saldo mucho más dramático.
Esta versión también es difundida por varios periódicos y agencias de prensa internacionales. Así, el 21 de enero de 1984, la AFP informó que graves incidentes ocurridos en Marruecos habían causado numerosos muertos y heridos tras violentos enfrentamientos entre manifestantes, por un lado, y la policía y el ejército, por otro. La agencia informó que aún se desconoce el número de muertes, debido al embargo impuesto por el Makhzen marroquí y a la expulsión de varios periodistas occidentales. Recogiendo información de la radio nacional española, AFP indica que entre 150 y 200 personas perdieron la vida en estos disturbios. Por su parte, la agencia de prensa española informó que sólo en la ciudad de Alhucemas se registraron 100 muertes.
Hassan II califica a los marroquíes de Awbach
En el mismo artículo, la agencia de prensa francesa afirma que, tras los acontecimientos, el rey Hassan II decidió suspender los aumentos de los precios de los alimentos y que se dirigió al pueblo marroquí por radio y televisión, pidiendo al gobierno que cancelara todos los proyectos que pudieran provocar la coste de vida.
Pero aunque reconoció implícitamente la responsabilidad del Estado en estos acontecimientos, Hassan II no dejó de criticar con virulencia a los habitantes de las ciudades sublevadas. En su discurso del 22 de enero, incluso utilizó un vocabulario sin precedentes, describiendo a la población del Rif como “Awbach” y “personas desempleadas que viven del contrabando y el robo”. También hace un pequeño guiño histórico a la represión contra las manifestaciones de 1958, recordando que “los habitantes del norte conocen al príncipe heredero y les conviene no conocer a Hassan II” como rey.
Hassan II llegará incluso a acusar a los manifestantes de haber intentado hacer fracasar la Cumbre Islámica organizada en Casablanca del 16 al 19 de enero de 1984, añadiendo que detrás de estas manifestaciones estarían los comunistas marxista-leninistas, los servicios de inteligencia sionistas e Irán. El monarca acusará en particular al ayatolá Rouhollah Jomeini, padre de la revolución iraní, excomulgado por la fetua de los ulemas musulmanes.