Naïma Hadji nació en Saint-Vallier, Saona y Loira, y creció en Creutzwald, en el noreste de Francia. Inicialmente orientada hacia un BAC Pro/bio, imaginó un futuro en las profesiones de la primera infancia, antes de considerar un cambio de carrera en el cuidado. Incluso cuando era joven, espontáneamente se preguntaba sobre los peinados y notaba la diferencia entre sus rizos y el pelo liso de sus amigas de la escuela. Además, su interés se centra más en actividades artísticas, sin contar con el apoyo adecuado para evolucionar en este sector.
Durante sus dos últimos años de secundaria, Naïma Hadji recuerda haber estado “muy aburrida” por la falta de un marco adecuado para capitalizar sus vocaciones. Volvió a su interés inicial por la peluquería, lo que la llevó a matricularse en una escuela de formación en Metz. “Tenía dentro de mí el deseo de tener un buen cabello y peinar bien a la gente, para tal vez participar en dar un poco de bienestar y una sonrisa a ciertas personas, de esa manera”, declara a Yabiladi.
Pero en aquel momento la formación para la profesión superaba los 5.000 euros. “Mis padres no tenían los medios. Pero mi hermano Mustapha se unió al fútbol profesional en ese momento. Me animó mucho, tranquilizándome sobre la financiación de la escuela y empujándome a hacer lo que más quería, porque él siempre quiso lo mejor para mí”, nos confiesa Naïma.
Peinado, un poco de atención a tu bienestar
Desde hace más de 10 años, Naïma Hadji trabaja en peluquería en Marruecos, donde logró abrir su salón en Marrakech. “Creo que mi hermano tuvo la intuición correcta y me dio esta oportunidad. Estoy contenta con lo que logré hacer con él”, añade. Pero antes de esta duradera instalación en la ciudad ocre, pasa por una auténtica carrera de obstáculos.
Una vez graduada en Francia, Naïma Hadji empezó a trabajar en una peluquería de Farébersviller. Rápidamente se convirtió en gerente, antes de trabajar esta vez en la peluquería en la línea de montaje. Tras multiplicar sus experiencias profesionales, especialmente en la región parisina, regresó a su ciudad natal después de un divorcio. En el lugar, se aleja del campo para unirse a otro, que también forma parte de sus campos favoritos. Trabaja como asistente escolar, para apoyar a los niños en dificultades.
Durante este período, Naïma Hadji tenía en mente la idea de volver a la peluquería. Al mismo tiempo, su hermano Youssouf abrió un salón con su esposa. Naïma trabajó allí con su cuñada durante varios años, mientras cuidaba de su primera hija. Madre soltera, decidió hacer una nueva parada en el campo. “Un poco más tarde, durante unas vacaciones en Marruecos, conocí a mi actual marido, que también militaba en el fútbol profesional”, recuerda.
Desde entonces, la sucesión de acontecimientos ha llevado paulatinamente a la madre a establecerse definitivamente en el país de origen. Tras su segundo matrimonio, Naïma Hadji se ocupa ahora de sus dos hijas, mientras piensa lanzarse a la peluquería en Marruecos. “Fue muy complicado, porque no encontraba un puesto adecuado, mi marido tuvo que regresar a Francia para progresar en su carrera profesional… Tuve un gran apoyo de mis padres, de la familia, pero el 'fue' No es fácil empezar”, nos dice.
Tras una primera instalación en Casablanca, Naïma Hadji realizó frecuentes viajes a Marrakech, donde se instaló su hermano Mustapha tras fichar por la selección nacional. El ex internacional vuelve a apoyar a su hermana para abrir un primer salón en la ciudad ocre. Después de una serie de aventuras a lo largo de algunos años, la peluquera logró perpetuar su marca: Niya Beauty. Además de haber fidelizado a sus clientes, destaca por su contenido en redes sociales. Entre maquillaje y peluquería, el éxito está confirmado.
Una instalación duradera en Marrakech
Con el apoyo de su hermano Youssouf y de su esposa, Naïma Hadji consiguió comprar su local actual. Su marca está ahora establecida en el centro de la ciudad de Marrakech. Apoyada también por su marido a lo largo de estos años, se benefició de una formación exclusiva con el famoso peluquero libanés Mounir, quien le enseñó los trucos del oficio.
“Mi marido, a quien le gusta mucho sorprenderme y mostrarme que todo es posible, siguió hablando largamente con Mounir, después de una primera masterclass abierta en París. Logró mantenerse en contacto con la peluquería de Beirut y luego contratarme para un entrenamiento en el Líbano, aunque Mounir nunca lo había hecho antes”.
Naïma Hadji
Comprometida en darse los medios para su desarrollo profesional, formar a sus equipos y seguir satisfaciendo a sus clientes, Naïma Hadji toma la decisión de no “quedarse en su silla”, como propietaria de su peluquería. “Si tuviera esa postura, habría cerrado hace mucho tiempo. El secreto del éxito es siempre ensuciarse las manos y apoyar a su personal”, nos dice, afirmando que estuvo fuertemente influenciada por el nivel de profesionalismo de su formador.
“Tuve esta oportunidad y este ejemplo al trabajar junto a un gran profesional de la peluquería, que tuvo éxito y es conocido mundialmente. Así que no puedo darme el lujo de venir a mi salón sólo a dar órdenes y asignar tareas, porque soy la dueña. También estoy dentro de mi equipo, en la medida que creo que he aprendido a transmitir y a mostrarle a mi personal cómo trabajar, a empoderarlos y a ampliar mi plantilla, espero”.
Naïma Hadji
Con 22 años de carrera en peluquería, Naïma Hadji quiere recordarnos, al mismo tiempo, que “ninguna profesión es menos noble que otra”. En su círculo más amplio, la peluquera espera sobre todo «que los padres sean lo suficientemente conscientes como para apoyar las vocaciones de sus hijos, en lugar de presionarlos para que inviertan en carreras con las que no cultivarían su pasión y serían más que nada felices». “Lo que veo a mi alrededor es la bondad que quiero en las relaciones entre padres e hijos y sigo muy atenta a esto también hacia mis hijas”, nos confía.
Como madres y padres, Naïma Hadji cree que “debemos ser firmes con nuestros jóvenes, en la medida en que estamos ahí para inculcarles que nada es fácil, que deben trabajar para llegar allí y que nosotros no haríamos cosas para ellos; pero debemos demostrarles al mismo tiempo que estamos ahí para apoyarlos en sus esfuerzos y en sus decisiones, cuando eligen su camino y que no se lo imponemos”.