Según los investigadores de la policía judicial, el sospechoso hizo creer a las mujeres que podía encontrar una solución a sus problemas. Una vez que estos últimos aceptaron participar en sus sesiones de ruqya, el falso brujo los fotografió en posiciones comprometedoras y amenazó con publicar las fotos en las redes sociales si las víctimas no le pagaban una gran suma de dinero.
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El comportamiento despectivo del acusado impulsó a algunas mujeres a presentar una denuncia contra él ante las autoridades judiciales competentes, lo que condujo a su detención, por orden del Ministerio Público. El análisis del teléfono móvil del sospechoso reveló la existencia de fotografías íntimas de determinadas víctimas. También se le encontró en posesión de talismanes y productos de brujería utilizados para engañar a la vigilancia y ganarse la confianza de sus víctimas.
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Tras su detención, el hombre de cuarenta años fue puesto bajo custodia policial. Al final de la investigación preliminar, fue presentado ante el fiscal del rey en el tribunal de primera instancia de Tinghir, quien decidió procesarlo por fraude, amenaza de divulgación de hechos comprometedores, acoso sexual, difamación y ejercicio ilegal de una actividad.