Desde hace tres años, Mehdi Carcela no da señales de vida. El ex número 10 del Standard, que entonces tenía 32 años, desapareció del radar hacia el final de la temporada 2021-2022. El belga-marroquí vive ahora entre Bélgica y Marruecos, más concretamente en Casablanca, donde su abuela tiene una casa. Al exjugador le gusta pasar buenos momentos en la capital económica del reino, en compañía de su esposa y sus cuatro hijos. Carcela (22 internacionalidades con Marruecos) participó la semana pasada en Salé en el entrenamiento de futuros entrenadores. Organizado por la Real Federación Marroquí de Fútbol (FRMF), este curso de una semana de duración, supervisado por Fathi Jamal, director de desarrollo, y coordinado por el belga Chris Van Puyvelde, director técnico, reunió a 32 ex Atlas Lions, entre ellos Oussama Aissaidi (ex-Liverpool ), Ali Boussaboun (ex-Feyenoord) y Nourdin Boukhari (ex-FC Nantes).
“Mehdi no se ve en absoluto como entrenador. Pero después de pensarlo se dijo que algún día le gustaría transmitir lo que sabe de fútbol. Transmítelo a los jóvenes. Por eso aceptó seguir la formación”, confiesa un amigo íntimo del ex internacional marroquí a La última hora. En realidad, el fútbol ya no es una prioridad para el exjugador. El desencanto con este deporte por el que entregó toda su vida nació en septiembre de 2022, cuando había expirado su contrato con el Standard. El club de Lieja dejó a Carcela entrenar con el SL16 para mantenerse en forma, a la espera de encontrar un nuevo club. El belga-marroquí rechaza una oferta de un club de Shanghai y se interesa por clubes de Oriente Medio (D1 en Qatar y Emiratos Árabes, D2 en Arabia Saudita). Mientras tanto, clubes belgas como Westerlo y Seraing se interesaron por el exjugador.
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En el proceso, Standard contactó con Carcela para un partido de gala en Gante el 21 de septiembre, organizado por una casa de apuestas, socia del club, con Ronaldinho como estrella invitada. Carcela se lesionó el tobillo en la primera parte del partido y tuvo que ser retirado en camilla. En el hospital, los médicos le dijeron que no podría volver al campo hasta dentro de cuatro meses. Un duro golpe para Carcela que ve comprometido su futuro. Las negociaciones en curso con los clubes sauditas y qataríes están fracasando. Obligado a descansar, el belga-marroquí decide pasar unas semanas en Casablanca. Wydad y Raja, los dos grandes clubes de la ciudad, le hicieron una oferta para relanzar su carrera. Pero el exjugador no se mostró entusiasmado. “Ya no le gustaba mucho el fútbol”, dice un amigo.
Hoy Carcela se dedica a su familia y al Islam, su nueva pasión. El belga-marroquí luce ahora una barba poblada. Según sus amigos, el Islam cambió la vida del exjugador. “Le permitió ordenarse a sí mismo. Antes, cuando era jugador, llevaba una vida disoluta, siempre a 200 millas por hora. Con el Islam comprendió que no podía seguir así”, confiesa un familiar. Carcela ocasionalmente publica versos del Corán en su historia de Instagram. Recientemente reactivó su cuenta X (antes Twitter) para anunciar su presencia en el Salón de la Fama Estándar organizado por la Pro League. Económicamente, Mehdi Carcela está a salvo de la miseria. Gestiona grandes contratos (en particular, Anzhi en Rusia) y se beneficia de sus inversiones en bienes raíces.