“El cultivo de sandías consume enormes cantidades de agua, lo que ejerce una gran presión sobre los recursos hídricos en el sureste”, afirma un activista medioambiental, afirmando que depender de las lluvias estacionales no es suficiente para justificar la continuación de este tipo de agricultura. Según él, reducir las superficies cultivadas no es una solución suficiente. Peor aún, la sequía que sufre la región está fuertemente relacionada con la expansión del cultivo de sandía en los últimos años, señala. Luego pide una prohibición total del cultivo de sandías para garantizar la sostenibilidad del nivel freático en las regiones afectadas, como Tata, Zagora, Ouarzazate, Tinghir, Errachidia y Figuig.
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Las soluciones parciales no solucionarán el problema de raíz, añade otro activista medioambiental de Zagora. Según él, es necesario tomar una decisión estratégica para detener por completo el cultivo de sandías. Esta cultura ya no es sólo una actividad económica, sino que se ha convertido en una amenaza existencial para el nivel freático, explica, advirtiendo de una inminente catástrofe ecológica si esta situación persiste.
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Sin duda, la prohibición del cultivo de sandías es una medida necesaria para proteger el equilibrio ecológico de la región, pero el problema va más allá del simple cultivo de sandías, porque está vinculado a una gestión global de los recursos hídricos, estima un miembro de la «. Asociación Al Amana para la protección del medio ambiente”. De ahí la importancia de una intervención gubernamental urgente para introducir leyes estrictas que protejan los recursos hídricos del agotamiento.