Procesado por varios cargos, entre ellos trata de personas contra varias personas, empleo de empleados sin autorización de trabajo, pero también someter a varias personas vulnerables o dependientes a condiciones de alojamiento indignas.
El gerente y único accionista de Vitilham, sociedad de Libourne creada en 2019, fue condenado el martes a dos años de prisión, incluido un año con suspensión de prueba de dos años con ejecución provisional y obligación de indemnizar a las partes civiles, informa suroeste. También se le prohibió administrar o dirigir una empresa. Su empresa Vitilham fue multada con 50.000 euros por trata de personas en Gironda, en el suroeste de Francia.
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El directivo compareció el martes ante el Tribunal Penal de Libourne. Se enfrentó a cuatro demandantes. Uno tiene un título en ingeniería civil. El segundo, estudiante, trabajaba en Marruecos organizando bodas. El tercero, como los demás, vino a Francia para “ganarse la vida mejor”. En cuanto a este último, se encuentra ausente, en un “estado psicológico que no le permitía estar allí”. «Otras 48 víctimas se encuentran en la oficina, entre Libourne y Burdeos», afirmó un abogado de una de las partes civiles. Vitilham les prometió un contrato de trabajo de tres años en Francia con un salario de 1.500 euros al mes, la regularización de su situación administrativa y la obtención de un permiso de residencia, pero también alojamiento. Sin embargo, para firmar el contrato, ir a Francia y empezar a trabajar, tuvieron que pagar entre 8.000 y 13.000 euros.
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Una vez en Francia, estos trabajadores se desilusionan. Vivían en condiciones de trabajo miserables y muy duras, con un camión recolector a las 6 de la mañana y un capataz que los vigilaba y que nunca perdía la oportunidad de llamarlos al orden cuando consideraba que el trabajo no iba lo suficientemente rápido. Vivían en viviendas insalubres, invadidas por roedores, donde varios empleados se apiñaban en cada habitación. Sólo tienen un colchón demasiado fino y algunos muebles que ellos mismos recuperaron del centro de reciclaje.
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En sus denuncias, las víctimas también denunciaron salarios insuficientes, jornadas de trabajo no remuneradas, así como períodos de desempleo mientras se suponía que estaban bajo contrato. Acusaron a la empresa de quitarles dinero. Además de las sumas en euros que tuvieron que pagar antes de embarcar hacia Francia, estos trabajadores mencionan los 2.000 a 3.000 euros que tuvieron que pagar cada vez que se renovó su permiso de residencia. Según ellos, el trabajador que intenta rebelarse es objeto de diversas formas de intimidación. Dos de los cuatro denunciantes también fueron víctimas de “presiones” durante el verano de 2024, lo que los llevó a ser “exfiltrados” de Gironda.
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“Ella misma reconoce que ha mostrado descuido”, declaró el abogado de la acusada, rechazando sin embargo las acusaciones contra su cliente, quien niega las amenazas, así como las sumas reclamadas. Tras las requisas de la fiscalía, el tribunal condenó a la gerente y a su empresa.