Mientras que el Brent cerró a 73,82 dólares por barril, precio inferior a la media de agosto (80,36 dólares), las reducciones no superan los 20 o 30 céntimos por litro en Marruecos, situando los precios medios del diésel y de la gasolina sin plomo en 11,80 y 13,70 dírhams. A pesar de una caída de más del 10% en el precio del barril entre el 2 y el 10 de septiembre, su efecto sobre los precios del combustible en las estaciones del país «siguió siendo limitado y apenas perceptible», señala Barlamane.
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Desde septiembre, las distribuidoras han bajado los precios de los combustibles: primero una rebaja de 40 céntimos por litro de gasolina y 30 céntimos para el diésel; y otro de 30 y 20 céntimos respectivamente. Esta caída acumulada de 70 céntimos para la gasolina y 50 céntimos para el diésel, es decir, una reducción del 4 al 5%, es sin embargo inferior al 10% observado en el mercado internacional.
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¿Por qué la caída de los precios no produce un impacto positivo significativo en los precios de los combustibles en Marruecos? Varios factores tienen una influencia determinante en la transmisión de las fluctuaciones de los precios mundiales a los precios nacionales. Entre ellos se encuentran las sospechas de colusión de los distribuidores, las intervenciones del Consejo de Competencia, el cierre de la refinería de Samir en 2016, el tipo de cambio, los impuestos, los costes de transporte y distribución, así como los márgenes de beneficio de los distribuidores.
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El 50% del precio final se compone de impuestos y márgenes comerciales, lo que encarna disfunciones competitivas que tienden a que los distribuidores aumenten sus beneficios a pesar de la favorable situación económica, explica un actor del sector. Los aumentos de precios están “vinculados a un contexto internacional […] y la incertidumbre sobre los niveles que podrían alcanzar aumenta cada día”, afirmó el portavoz del gobierno, Mustapha Baitas.
