Se espera que la zona del desierto del Sahara experimente una importante ola de precipitaciones durante las próximas dos semanas. De hecho, los meteorólogos predicen lluvias entre un 500 y un 1.000% más de lo normal para el período comprendido entre agosto y septiembre. Con una extensión de 9,2 millones de kilómetros cuadrados en el norte de África, el Sahara es conocido como una de las regiones más secas del planeta. En muchas zonas se registran menos de 25 mm de lluvia al año.
Según Severe Weather Europe, aunque el Sáhara experimenta un episodio de lluvia importante una vez por década por término medio, las precipitaciones previstas podrían igualar o superar el episodio histórico de 1994. Algunas zonas podrían recibir entre 70 y 300 mm de lluvia, es decir, el equivalente a uno a quince años de precipitaciones normales. Se cree que este fenómeno se debe a un importante desplazamiento hacia el norte en la Zona de Convergencia Intertropical (ZCIT), una banda de nubes y precipitaciones que generalmente se encuentra cerca del ecuador.
Desde junio, la ZCIT se encuentra mucho más al norte de lo habitual, lo que podría alterar las condiciones climáticas normales e incluso afectar la temporada de huracanes en el Atlántico. Los modelos meteorológicos predicen precipitaciones generalizadas en todo el Sahara durante los próximos 16 días.
Por ello, el Centro Europeo de Previsiones Meteorológicas a Plazo Medio (ECMWF) pronostica anomalías en las precipitaciones que se extenderán hasta principios de septiembre, y que algunas zonas podrían recibir más del 1.000% de sus precipitaciones normales. La rareza de este fenómeno también queda subrayada por los datos históricos: según el análisis de las precipitaciones de agosto de los últimos 53 años, sólo cuatro años han experimentado fuertes anomalías positivas.
Los datos de septiembre muestran sólo un evento comparable en 1994, lo que sugiere que los pronósticos actuales podrían ubicar el año 2024 entre los años más húmedos registrados en el Sahara. Los expertos señalan que tales precedentes climáticos pueden indicar una inestabilidad significativa en el sistema climático global.
Aunque las consecuencias a largo plazo siguen siendo poco conocidas, este evento sirve como recordatorio de la naturaleza dinámica y a veces impredecible del clima de la Tierra.