En Marruecos, la decisión del gobierno de Aziz Akhannouch de importar más de dos millones de toneladas de residuos domésticos y neumáticos usados de países europeos está generando polémica. Los activistas medioambientales han criticado la medida, que según ellos convertiría al reino en un “vertedero”.
Hace unos días y en respuesta a una pregunta en el Parlamento, la ministra de Transición Energética y Desarrollo Sostenible, Leila Benali, desveló la importación de “unas 980.000 toneladas de residuos domésticos desde Francia, casi 31.000 t de España, más de un millón de Gran Bretaña, 60.000 t de Suecia y 100.000 t de Noruega, con fines industriales.
La decisión provocó la ira de muchas organizaciones, incluida la Asamblea Medioambiental del Norte de Marruecos. En un comunicado de prensa, la organización no gubernamental criticó la decisión del ministerio, calificándola de contraria «al espíritu de ciudadanía» y «a la Constitución marroquí, que garantiza el derecho de los ciudadanos a vivir en un medio ambiente sano». La estructura también destacó el contraste entre este enfoque y las leyes nacionales sobre protección ambiental, en línea con un modelo de desarrollo sostenible y equitativo.
El colectivo destacó los efectos negativos de estos residuos “sobre el medio ambiente, la salud de los ciudadanos, la contaminación atmosférica, las emisiones de gases tóxicos y de gases de efecto invernadero, principal causa del cambio climático, sin olvidar los residuos radiactivos, sabiendo que la capacidad de Marruecos para reciclar los residuos domésticos Los residuos no superan el 10% de la producción local.
“Quemar ruedas de caucho para producir energía es un método perjudicial para el medio ambiente y contribuye a la contaminación del aire, así como a las emisiones de gases de efecto invernadero como el dióxido de carbono”, recordó nuevamente la estructura.
La polémica se invita al Parlamento
El eco de esta polémica fue invitado al Parlamento, donde el grupo del Movimiento Popular exigió explicaciones al ministro responsable. Al frente de la reunión en la Cámara de Representantes, Driss Sentissi envió una pregunta escrita a Leila Benali sobre la viabilidad económica de importar neumáticos usados y de desecho, sabiendo las “indudables consecuencias para el medio ambiente y la salud”.
Estos hechos recuerdan un incidente similar que se remonta a 2016. Ese año, el ministro responsable Hakima El Haïté (Movimiento Popular), bajo el gobierno de Benkirane, registró la importación de toneladas de residuos desde Italia. El planteamiento generó polémica, hasta el punto que los detractores de esta medida pidieron la dimisión del directivo. Ante una ola de críticas, el ejecutivo decidió suspender las importaciones de residuos domésticos, “a la espera del final de las investigaciones para tomar una medida definitiva”.
En 2016, el Rally Nacional de Independientes (RNI), al frente del actual gobierno, se posicionó contra estas importaciones y pidió su cese inmediato “para preservar la salud de los ciudadanos y proteger su medio ambiente”. Con el tiempo, el partido defendió esta suspensión “en base a sus valores y principios encaminados a defender el derecho fundamental a la salud y la seguridad ambiental”.
En este mismo contexto, el grupo parlamentario de la Unión Socialista de Fuerzas Populares (USFP) en la Cámara de Representantes propuso entonces un proyecto de ley para “impedir la importación de residuos, cualquiera que sea su tipo o peligrosidad”, así como “prohibir su ingreso al territorio nacional”.
Cabe señalar que la ley 008.28 que regula el manejo de residuos, informada en el Boletín Oficial del 30 de agosto de 2012, confirma en su artículo 42 que “está prohibida la importación de residuos peligrosos”, pero que la administración “podrá autorizar” el ingreso de “ residuos peligrosos procedentes de zonas francas de exportación”.
A nivel internacional, el Convenio de Basilea sobre el control de los movimientos transfronterizos de los desechos peligrosos y su eliminación, firmado en 1989, tiene como objetivo limitar la movilidad de estas cargas riesgosas. Su objetivo más particular es impedir la transferencia de residuos peligrosos de los países desarrollados a los del Sur.