La ciudad de Meknes era considerada el Versalles de Marruecos. Un deseo del sultán Moulay Ismail (1672-1727), que la convirtió en la capital del reino tras su ascenso al trono, embarcando así en grandes proyectos que remodelarían profundamente la ciudad. Para sumergirnos en la atmósfera imperial de la época, saldremos a descubrir los monumentos emblemáticos de la ciudad que componen el circuito real de Meknes.
De hecho, la ciudad debe gran parte de sus monumentos a Moulay Ismail, el sultán más famoso de la dinastía alauita. Después de convertirla en capital, el sultán rediseñó la ciudad para “crear un complejo palaciego que superara al de Luis XIV en Versalles”, relata Robert C. Davis en “Holy War and Human Bondage: Tales of Christian-Muslim Slavery in the Early-Modern Mediterranean” (Ediciones ABC-CLIO, 1 de julio de 2009).Cuenca de Sahrij Souani o Agdal en Meknes. / Doctorado DR
Esta ambición surgiría de la rivalidad y admiración que existía entre ambos monarcas. Entre las anécdotas, la historia recuerda la negativa de Luis en la corte francesa.
Conviértelo en el Versalles de Marruecos
Así, tras la construcción de su palacio, todo el paisaje circundante será remodelado también para aclimatarse a las exigencias del sultán conocido por su dureza, explica Zakaria Haddani, de la asociación Rouh de Mequinez. Nuestra primera parada en este recorrido real es la legendaria cuenca de Agdal, también llamada Sahrij Souani, que alguna vez se usó para irrigar los jardines del palacio.
“La cuenca, de más de 140 metros de longitud, estaba alimentada por el uadi Boufekrane y conectada a conductos que se extendían hasta los jardines del Palacio. La piscina tiene un sistema muy avanzado para la época en que fue construida. Tuvo varios usos, además de regar y almacenar agua, la población lo utilizaba durante los periodos de sequía.
Zakaria Haddani, asociativa
La cuenca, que permanece intacta pero ahora se utiliza con fines decorativos, sigue siendo uno de los lugares emblemáticos de la ciudad imperial. Además, si te intriga esta estatua situada en una de las orillas de la cuenca, representa un guerrab (portador de agua) que todavía se puede encontrar en la ciudad, nos explica la asociación.
Espacio para almacenamiento de alimentos. / Doctorado DR
El agua con reflejos verdes nos lleva a nuestra segunda parada de este circuito, Hri Souani, a pocos metros de la piscina. Estas primeras estancias a las que accedemos antaño se utilizaban como almacenes donde se guardaban los productos alimenticios; este espacio todavía se llama ático real. “La temperatura y la poca luz que penetraba estos gruesos muros permitían conservar el trigo y cualquier otro producto básico durante largos períodos”, continúa el nativo de la región.
Desde este espacio nos dirigimos a las famosas caballerizas de Moulay Ismail. “Después de un terremoto que acabó destruyendo todo el tejado, sólo se conservaron estas grandes arcadas”, explica Zakaria Haddani. En aquella época, según cuenta la leyenda, este lugar albergaba más de 10.000 caballos del ejército de Abid Al Boukhari, formado por esclavos enviados por el sultán para unificar el país, continúa.
Hri Souani en Meknès. / Doctorado DR
Después de una vida de conquistas y esplendor, el sultán sucumbió a un absceso en el bajo abdomen. Junto a una de sus esposas y sus hijos, el cuerpo del sultán alauita reposa en el mausoleo dedicado a él en Meknes. Para visitar este tercer monumento de nuestro recorrido, atravesamos una imponente puerta de madera dominada por un entrelazado muy refinado.
En total, cuatro relojes están colocados en las cuatro esquinas del mausoleo, una práctica cuanto menos inusual, explica Zakaria Haddani. Cuenta la leyenda que fue Luis XIV quien se los ofreció al sultán tras su negativa a concederle la mano de su hija. Prueba de que las vidas de estos dos soberanos permanecieron íntimamente entrelazadas hasta su muerte.
Mausoleo de Moulay Ismail en Meknes. / Doctorado DR