Un grupo de ciudades, pueblos y aldeas de la región de Zerhoun padecen muchos problemas sociales y económicos crónicos, que se ven exacerbados como resultado del abandono sistemático por parte de los sucesivos consejos regionales y regionales de esta región. A pesar de su proximidad a grandes ciudades como Meknes, Fez y Sidi Kacem, estas áreas son testigos de una clara exclusión y marginación por parte de funcionarios de todos los niveles.
Esta parte olvidada del país, completamente ignorada por las políticas gubernamentales y los canales oficiales, alberga a aproximadamente 75.000 personas, de las cuales alrededor del 70 por ciento vive por debajo del umbral de pobreza. Esta zona carece de servicios básicos e instalaciones sociales necesarias como clínicas, escuelas secundarias, viviendas adecuadas, redes de alcantarillado, callejones y caminos con las especificaciones requeridas. Entre los grupos afectados se encuentran el grupo Sidi Abdallah Al-Khayyat, el grupo Maghasis, el grupo Volubilis, el grupo Sharqawa y el grupo Beni Ammar, todos los cuales padecen una falta de infraestructura básica.
Por ejemplo, algunas viviendas de los distritos de Ouled Mimoun y Ain Alilou, en la comunidad de Cherqawa, todavía no están conectadas a la electricidad, aunque los distritos vecinos se benefician de este servicio desde hace años. Los residentes también sufren problemas para obtener agua potable, ya que se ven obligados a recorrer largas distancias para conseguir agua, lo que provoca un gran sufrimiento y aumenta la tasa de abandono escolar entre los estudiantes.
En lo que respecta al ámbito educativo, las zonas de las comunidades de Beni Ammar y Sharqawa carecen de una escuela secundaria cualificada y de centros de formación profesional o agrícola, lo que obliga a los estudiantes a desplazarse en circunstancias difíciles para continuar sus estudios en las ciudades vecinas, y muchos de ellos no pueden completar su carrera académica debido a muchos obstáculos.
En cuanto a los dispensarios, se encuentran en condiciones miserables, ya que el personal médico está ausente y el equipamiento es deficiente o inexistente. La situación empeora para las niñas y mujeres, que viven en duras condiciones en medio de la ignorancia y la pobreza, lo que les dificulta la vida y hace que su sufrimiento sea constante. Carecen del apoyo de la Iniciativa Nacional para el Desarrollo Humano y de centros sociales o clubes de mujeres que podrían ayudarlas a superar el analfabetismo y el desempleo.
En cuanto a los jóvenes, la mayoría sueña con emigrar y vive en un estado de pérdida y ansiedad sobre su futuro, ante la ausencia de oportunidades y el cierre de puertas ante ellos. La región vive en un silencio terrible y exige que las autoridades responsables la miren con compasión y razón, ya que es considerada, a los ojos de sus habitantes, la región más pobre del país.